¿Por qué queremos dejar de sentir? ¿Por miedo a que nos lastimen de nuevo? Porque no creemos más en nada, ni en nadie? ¿Por qué nos cerramos y pretendemos bloquear nuevas experiencias?

Si vivir es justamente eso, equivocarnos y vivirlo de nuevo... 

¿Si no me atrevo a experimentar, a escribir nuevos capítulos en la historia de mi vida... vivo realmente?

… Después de terminar una relación de varios meses que no me llevo a ningún lado, sentí que era hora de abandonar los anhelos de mi corazón de querer, de amar, de pretender sentirse amado. Había dolido tanto su traición, estaba destrozada una vez más...

El siguiente paso, natural para mí, por cierto, fue cerrarme a toda posibilidad de experimentar algún sentimiento genuino por alguien. No era la primera vez que lo hacía y me salía muy bien, no sentir significaba volver a cuidar de mi misma. Me negaba rotundamente a conocer nuevas personas, potenciales amores que podrían lastimarme de nuevo... Muchas gracias a la vida, pero no, gracias...

Siempre tuve amigos varones y podía mimetizarme con su forma de pensar, sabia como manejar relaciones informales sin permitirme sentir nada, nada...

Pensaba ingenuamente que podía huir, caminar tranquila y liviana por la vida, creyendo que sin alguien a mi lado me sentiría totalmente libre y feliz... Pero el destino se las sabe todas y juega mucho mejor que yo este juego... y todo sucedió de la forma menos pensada... 

Aun hoy, muchos años después, los ecos de los sentimientos que se apoderaron de mi entonces, son parte de mi vida... incluso ahora más que nunca...

Jamás amé, jamás viví más que cuando había decidido no volver a hacerlo...

Comentarios

Entradas populares de este blog